Sobre las elecciones europeas y sus repercusiones para las elecciones alemanas: Ayer apenas algunos salieron de sus casas o desviaron sus caminos para ir a votar, el porcentaje de abstemción fué casi igual que en 2004, 43% entonces, 42,5% ayer. Y es que los encuestados encuentran a la Unión demasiado complicada y burocratizada y sobre todo, alejada de sus realidades. Aunque para quienes acudieron a votar, la Unión es muy importante, muchos cruzaron su boleta juzgando cuestiones nacionales y no cuestiones europeas. El caso más claro fué en Inglés, en donde el partido laborista de Gordon Brown obtuvo resultados desastrosos, inclusive en algún lugar llegó a ser la tercera fuerza! Y no es que los laboristas hagan mal trabajo en Bruselas, sino que el escándalo que azota al Parlamento inglés y al Gobierno de Downing Street fué la razón del enojo de los electores. Ahora los eurodiputados pagarán los platos rotos, sin deberla ni temerla. Las elecciones se realizaron durante varios días en los 27 países miembros de la Unión Europea que hoy lucha por ratificar y regirse por el Tratado de Lisboa, el cual pende de las voluntades irlandesas, quienes dieron su NO con un hígado parecido al inglés. Sin olvidar que gracias a Alemania también el Tratado podría sufrir para entrar en vigor, pues este 30 de junio dictará sentencia sobre su constitucionalidad. Europa da tumbos atada de pies y manos a sus infuncionales reglas que fueron pensadas para la Europa de los 15, pero no para la Europa de los 27. La entrada de los PECOS (países de Europa Central y Oriental) y después Bulgaria y Rumania complicaron la angelical idea de toma de decisiones unánimes y ahora cualquiera puede bloquearlas. Un ejemplo más de su infuncionalidad lo encontramos apenas hace unos meses en la República Checa, país que retiene este semestre la Presidencia del Consejo y que sufrió un revés por parte del Presidente checo anti-europa que promovío una remoción de confianza del Premier, quien presidía el Consejo. La institución europea fué arrastrada y barrida por la política interna de un país miembro, y para decirlo claramente, no un país occidental, sino uno de los nuevos miembros, República Checa, que "ensaya todavía su democracia". El trabajo del Europarlamento se antoja complicado, ningún idioma es oficial, por lo que las sesiones están apoyadas por traductores simultáneos de los más de 7 idiomas europeos. Los representantes que provienen de los partidos nacionales, se unen en partidos europeos, quienes a su vez se agrupan en fracciones o grupos parlamentarios con la misma ideología, cada partido toma ésta decisión y de ésta manera el trabajo parlamentario se torna menos complicado. Un partido político europeo, o formalmente partido político a nivel europeo, es un tipo de organización de partido político que actúa a nivel de la Unión Europea (UE). Estos partidos a nivel europeo a menudo se basan en alianzas de partidos nacionales y tienen derecho a recibir fondos de la UE. Para que una alianza de partidos sea reconocida como partido político europeo, tiene que cumplir con las siguientes condiciones: 1) personalidad jurídica en el Estado miembro de la UE en el que se ubica la sede del partido; 2) eurodiputados o diputados nacionales o regionales en al menos un cuarto de los Estados miembros; o al menos el tres por cien de los votos en las últimas elecciones al Parlamento Europeo en al menos un cuarto de los Estados miembros; 3) el plan de participar en las elecciones al Parlamento Europeo; el reconocimiento de los principios de la UE (p. ej. la democracia, los derechos humanos, el Estado de derecho) Los partidos políticos europeos forman los grupos parlamentarios del Parlamento Europeo. No obstante, estos grupos no siempre corresponden totalmente con los partidos, ya que a menudo varios partidos políticos europeos forman un grupo conjunto (por ejemplo, el Partido Verde Europeo con la Alianza Libre Europea o el Partido Europeo Liberal Demócrata Reformista con el Partido Demócrata Europeo). Además, en el Parlamento Europeo hay varios representantes de partidos nacionales que no forman parte de ningún partido político europeo oficial. Para formar un grupo parlamentario en el Parlamento Europeo se necesitan al menos 19 diputados de al menos cinco Estados miembros. Los partidos europeos presentan a las elecciones a los partidos nacionales. Así por ejemplo el Partido Socialdemócrata Alemán presenta como tal a sus diputados europeos que se unirán a nivel europeo en el grupo del Partido Socialista Europeo (PSE) que se forman con los partidos socialistas y socialdemócratas de toda Europa; entre ellos le pertenecen además del SPD alemán, el PSOE español, el PS francés, el Labour Party británico y el PS portugués. En el Parlamento Europeo el PSE forma un grupo propio. Ayer el Partido Popular Europeo (PPE)fué el gran ganador de la contienda, tanto en Alemania (fué el que más votos obtuvo) como a nivel Europeo, pues pasa de 228 diputados a 267. El PPE es un partido cristiano-demócrata y conservador, al que pertenecen, entre otros, el PP español, la UDC catalana, la CDU alemana, la UMP francesa, la Forza Italia y la PO polaca y el PSD portugués. Los resultados que comenzaron a filtrarse el viernes daban, en Holanda y Austria, muchos votos a los partidos nacionalistas (es decir, euroescépticos) y de extrema-derecha. En teoría, éstos resultados no deberían de haberse dado a conocer, sospecho que se "filtraron" para invitar a la gente a votar para que el Europarlamento no se llene con esas lacras. Hay un partido anarquista alemán que cuenta con votos, que se llama POGO Partido Anarquista, cuyo lema es "chupar (beber), chupar, chupar, todo el día a chupar" y cuyas propuestas son pensión juvenil, en lugar de retiro; abolición de la policía; legalización de todas las drogas y establecimiento de "fuckingpools". (Y nos quejamos en México de nuestros partidos!) El mejor resultado que ha obtenido fué en 2007 en la elección para el Senado de Hessen: 2,0% - 1155 votos. En Alemania la barrera, afortunadamente, es del 5% Bueno, volviendo al tema. Los resultados en Alemania de anoche fueron de-sas-tro-sos para el SPD, pues a pesar de que no perdió puntos, no se recuperó de la debacle de 2004, en que obtuvieron solamente el 20% de los votos. Anoche vimos a un Münterfeing (presidente del partido) triste y desencantado. Las imágenes de la Casa Willy Brandt (sede del SPD) eran de desolación y terror, pues en 3 meses son las elecciones federales y fueron incapaces de movilizar a nadie para darles su voto. En la noche apareció en candidato Frank-Walter Steinmeier en el programa de Anne Will. Él es como su pelo, pálido y sin color. Algún analista escribió que Steinmeier era como Schröder con valium y creo que es la mejor definición para el candidato, es aburrido y habla con el mismo tono, ritmo y acento que Schröder, solo que carece del encanto y carisma del ex-canciller. Le faltan sus ojazos verdes y esa sonrisa que Anne Will no hubiera podido resistir. En cambio Steinmeir, poco curtido como político de arena, se enojaba con las preguntas, y gran parte del encuentro me dió la impresión de ser un gato bocarriba, claro un gatito persa por aquello de su pelito blanco. Confieso nunca haberle visto la cara tan claramente, eso habla de su poca presencia en los medios y su poca presencia como personalidad, te llaman más la atención otros, y si eso es malísimo para un político, para un candidato es peor. Steinmeier y Münterfering la tienen muy difícil para septiembre, según los analistas que ví anoche, los resultados de anoche arrojan muchas claves para las elecciones federales, y quienes pueden comenzar a sonreír -sin dejar de trabajar claro está- son los liberales, pues es muy probable que veamos en octubre a Guido Westerwelle sentado en la oficina de Steinmeier. El gran ganador de la noche - en cuanto a diferencia porcentual con respecto a 2004- fué sin duda el FDP de Westerwelle, con 11% de los votos, aumentó casi un 5%. Por lo que anoche la Casa Thomas-Dehler festejó, seguramente hasta altas horas... La Unión fué quien más votos obtuvo y festejó, Angela Merkel, probablemente hacía rouladen en su casa, pues anoche no apareció para nada. Quien estuvo en su lugar fué Ronald Pofalla, secretario general del CDU. Pero siendo estrictos, la Unión no tiene mucho que festejar pues la CDU perdió 6 asientos con respecto a 2004, en total obtuvo un 30,7% y perdió un 5,8%, mientras que la CSU perdió 1 asiento con respecto a 2004, y en total obtuvo un 7,2% y perdió un 0,8%. Es decir, por parte de la Unión se perdieron 7 asientos y 6,6% con respecto a ´04. Pero los cristianodemócratas seguramente no sólo festejaban su triunfo relativo, sino que festejaban que seguirían siendo la fracción más fuerte en Bruselas. El 23. Presidente del Europarlamento, Hans-Gert Pöttering, es miembro del CDU. Los resultados del Verde y de Die Linke, fueron también muy buenos. Cada partido obtuvo un diputado más, los Verdes con 14 y Die Linke con 8. Los "demás partidos" obtuvieron también un incremento de casi un punto. Los euroescépticos más grandes fueron los ingleses, enviando 14 diputados para ésta fracción. Mientras que los nacionalistas fueron apoyados en su mayoría por Polonia e Italia. En total el Europarlamento tiene 785 asientos, de los cuales la mayoría los ocupan los cristianodemócratas, los socialdemócratas, los liberales y los verdes (en ese orden). Alemania es el país miembro con mayor número de diputados: 99. Seguido de Francia, Italia y RU quienes tienen cada uno 78. Cada Estado miembro tiene asignado un número fijo de escaños, 99 como máximo y 5 como mínimo. Los escaños se reparten, por regla general, en proporción con las cifras de población de cada país. Sin embargo, el número no refleja exactamente el número de habitantes: Los Estados pequeños (como Malta o Luxemburgo) tienen más, los Estados grandes (sobre todo Alemania) menos diputados por habitante. Esta regla de "proporcionalidad degresiva" pretende posibilitar el reflejo del pluralismo interior de los Estados pequeños, sin que por ello el Parlamento adquiera un tamaño exorbitante, algo que pasaría inevitablemente si los Estados grandes obtuvieran un número de diputados directamente proporcional. La crisis de los partidos En Alemania se habla de un desencanto con los partidos grandes o partidos ciudadanos, pues el SPD no se recuperó y la Unión perdió, mientras que los tres partidos temáticos (es decir, partidos que se dedican a temas concretos) el FDP, Verde y Linke, ganaron votos. Y es que con la Gran Coalición es dificil diferenciarlos, a pesar de que en el discurso digan una cosa, la realidad es que las acciones del Gobierno se identifican con ambos partidos. Así Steinmeier puede hablar de estar a favor de estatizar Opel, pero al no hacerlo se culpa de haberse corrido a la derecha y Merkel puede decir que está en contra de la intervención del Estado en la economía, pero al sacar su paquete de ayuda, le acusan de haberse corrido a la izquierda. La realidad es que hay un desencanto con la política y con los partidos políticos. Los partidos, dicen, están alejados de la realidad y no pueden resolver los problemas. Pero también se exijen cosas al Gobierno que, desde mi punto de vista, no corresponden al Gobierno. En los Talk-Shows políticos se presentan ciudadanos sin trabajo o con una formación X para la cual hay pocas plazas, se exije al Gobierno que rescate empresas que comercialmente no funcionan, y de la que sí, gravísimo, dependen miles de trabajos. Se exije del Gobierno que suban las tasas de natalidad, que haya más seguridad social, pero menos impuestos. En fin, noto también que la sociedad alemana ha caído en la nociva idea de papá Estado. Y es que el Estado no puede ni debe resolvernos la existencia. Esto me lleva al tema de los No Votantes: Los No Votantes Existe en Alemania un grupo denominado "Die Nicht-Wähler" o los "No Votantes", es decir, un grupo que, parecido a en México, llama a la abstención pasiva para provocar que los partidos reflexionen y cambien. Uno de sus representantes, Gabor Steingart, escribió un libro titulado "Die Machtfrage" o la Cuestión del Poder, en donde apela a la abstención como una forma de reclamo ciudadano para que los partidos políticos se den cuenta de cuán alejados están ellos y el sistema de los ciudadanos. Steingart realiza un análisis serio sobre las razones y los problemas del Estado de Partidos. Comienza por analizar las personalidades que están hoy compitiendo por la Cancillería: Merkel y Steinmeier, y nos muestra que: ella es como veleta, pues según Steingart existen dos Merkels, la de la política y la de la Canciller, en cuál podemos confiar se pregunta Steingart? El juicio sobre Steinmeier es más fuerte, pues dice que nació para ser "el segundo", antes fué el segundo de Schröder, pasó a ser el segundo de Münterfering (pues él no es el Presidente del SPD) y es ahora el Vice de Merkel. No le alcanza la ambición ni la personalidad para ser el número uno. El capítulo que sigue, Steingart analiza a la Gran Coalición y la culpa de cobardía, pues con gran razón dice que era el momento de las grandes reformas pues ningún partido se llevaría los costos políticos, o más bien, ambos los compartirían, pone el ejemplo de la Gran Coalición de Kiesinger cuando se realizó la controvertida reforma constitucional para el estado de emergencia y Alemania entró a la OTAN. Según el autor la Gran Coalición tenía tres retos: la reforma del Estado Social, la renovación de la democracia (que sería la reforma al sistema electoral y de partidos) y la crisis económica. Y es que para Steingart los partidos políticos alemanes no han asumido su culpabilidad durante la época de Weimar, pues fueron ellos y no el pueblo, quienes fallaron en la conducción de la primera república alemana. Después, se temió al pueblo y se diseñó un sistema alejado del pueblo para evitar que no pudiera desarrollarse el constitucionalismo y la democracia. Pero hoy, explica Steingart, es tiempo ya que el poder regrese al pueblo alemán y que puedan tomar las decisiones y no los partidos y las cúpulas políticas. El análisis histórico y político es sencillo pero profundo. Desmiente que hayan sido los partidos políticos los creadores del sistema exitoso alemán, pues dice: fueron en realidad los aliados quienes pusieron las bases. El mérito posterior, claro que es de los partidos y nuestro, pero no fueron ellos quienes establecieron la economía de mercado, ni fueron ellos quienes establecieron el federalismo. La Ley Fundamental, provisiora, fué desarrollada posteriormente gracias a la voluntad de los partidos, y sobre todo a la voluntad del pueblo alemán, quien por cierto, no tuvo participación activa durante las primeras décadas de la reconstrucción. Steingart describe cómo la democratización alemana coincide con la época de las rebeliones estudiantiles e intelectuales, fué gracias a Willy Brandt, y el primer gobierno socialdemócrata que los alemanes realmente comienzan a interesarse en la política, el clásico lema de Brandt "Mehr Demokratie wagen" o "arriesgar más democracia" se convirtió en el motto de los sesentas y setentas alemanes. Surge la oposición extra-parlamentaria, la idea de la "marcha a través de las instituciones" y el slogan de Brandt "Quien mañana quiera vivir seguro, debe hoy luchar por las reformas". Todo ello coincide con los altos porcentajes de participación, en 1972 apenas 8,9% se quedó en sus casas, comparado con el 21% de la primera elección en 1949 y el 22% de la última en 2005. Steingart lo atribuye a que la democracia viene desde arriba, y en realidad la democracia no es un lugar a donde llegar, sino una manera de viajar. Divide a los ciudadanos en tres clases: los simpatizantes o conformistas, los iracundos y los demócratas. Los primeros son los borregos, a quienes tampoco se debe menospreciar, pues en realidad aprecian el status quo, no es que sean tontos. Los segundos son aquellos que no se contentan con nada y que son indispensables en una democracia, el crítico incansable y perpetuo, dice, ellos fueron quienes provocaron el ´68. Y por último, los indispensables, los demócratas, ellos, dice, son todos los que quieren cambiar cada cosa que los otros soportan o critican. El demócrata ansía libertad, pero con responsabilidad. Los tres tipos de ciudadanos juntos fueron quienes lograron la reunificación. Por último Steingart se refiere a los déficits del Estado de Partido, y cómo los partidos políticos se han alejado del ciudadano. Son ellos quienes deciden, los alemanes tienen un sólo voto y gracias a los arreglos, ese voto muchas veces ni siquiera se traduce en un gobierno de la mayoría. Steingart critica el hecho de que las elecciones sean un juego de azar, explica que, puede un partido obtener la mayoría de los votos, pero como con ello no alcanza para formar gobierno, resulten gobernando otros dos partidos que no fueron electos por la mayoría. Otro problema que identifica Steingart es el de la nula diferencia entre los dos partidos ciudadanos, "la diferencia entre la Unión y el SPD es como entre Visa y Master Card". Concluye con una lista de propuestas que según Steingart ayudarían a acercar el gobierno a donde debe estar en una democracia: al pueblo. Las propuestas se centran en acabar con los diputados de representación proporcional y de listas, pues considera que éstas se convierten en los botines de los partidos políticos y perpetuan a los dinosaurios de cada partido. La introducción de mecanismos de democracia directa como el referéndum y la iniciativa popular. El voto directo por el Presidente Federal, el sometimiento a referéndum de la Ley Fundamental. La introducción del principio de eficacia de los legisladores (entre menos votos, menos representantes). En general Steingart apela a la superación del Estado de Partidos, no a su revitalización. Al final del libro, después de analizar: Ella, Él, Ellos y Nosotros, acaba con Yo, y explica el lenguaje de un No Votante. Qué quiere decir cuando no acude a las urnas, qué propuestas envía por medio de mensajes telepáticos y qué señales deben recibir e interpretar los partidos políticos cuando leen el porcentaje de abstención el día de la elección. Al final, el libro de Steingart está lleno de lugares comunes en la retórica del ciudadano perfecto que aspira que reaccionen los partidos políticos con el látigo de su desprecio. La realidad es que el porcentaje de 2005 (22.3%) no provocó que los partidos reaccionaran. La retórica es buena, las razones válidas, el problema es la interferencia entre cerebro y cerebro. |
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