La destrucción de altares de la Santa Muerte en nombre de la guerra contra el narco lastima la libertad de cultos en México. Por ello, ayer, se realizó una manifestación en la Cd. de México contra los ataques del Gobierno de México a la libertad de creencias.
"A veces la gente nos hace menos por creer en ella, pero mi fé es mayor que eso", dijo America Melendez, una vendedora de 24 años que marchaba ayer con una estatua de la santa muerte.
Roberto Sanchez, un carpintero de 28 años, dijo que se convirtió a esta creencia a raíz de la curación de su sobrino gracias a los rezos a la santa. Él cargaba un letrero que decía "Yo creo en tí santa muerte y no soy narco."
La Santa Muerte es popular con los traficantes de drogas, y los soldados muchas veces encuentran altares en las casas de seguridad. Pero en muchos barrios, gente de todas las clases cree en ella pues la santa muerte protege contra la muerte violenta y repentina. Sus devotos utilizan frecuentemente elementos del rito católico, dejándole ofrendas y velas o rezando al santo para su protección.
Que la santa muerte sea venerada por el narco, nada tiene que ver con que ésta creencia pueda ser vedad por parte del Estado. No hay una relación lógica entre una y otra.
Las minorías están protegidas por la Constitución y todas las personas en México tienen derecho a creer en lo que mejor les parezca y rendirle culto.
Legitimar la transgresión los derechos de los creyentes en la santa muerte y la destrucción de sus altares porque "es un culto narco", es equivalente a legitimar la transgresión de los derechos de los musulmanes y destruir sus iglesias "porque son una religión terrorista". Ambas afirmaciones son absurdas y fundamentalistas.
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