Hace más de 10 años Álvaro Vargas Llosa, Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner publicaron un libro con un título bastante polémico: El Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano al que en 2007 siguiera: El Regreso del Idiota, cuyo prólogo corrió a cargo de Mario Vargas Llosa.
El primer título alcanzó altos niveles de ventas y dividió las opiniones de gobernantes e intelectuales. Los tres autores decidieron escribirlo saliendo de un Congreso en Colombia. Durante un viaje en taxi se dieron cuenta de que compartían la idea de que las teorías de la dependencia de las economías Latinoamericanas a la de los Estados Unidos son un mito que en realidad hace que Latinoamérica se victimice y no salga adelante. El libro critica a los líderes políticos que se aferran a estos mitos y arrastran a sus pueblos al populismo. La tesis central es el "idiota" como tipo, quien trae la responsabilidad por el subdesarrollo de la región. Sus artículos de fe demuestran una enorme inseguridad y complejo de inferioridad: la revolución, las políticas proteccionistas, el odio hacia los Estados Unidos, la confianza en el gobierno como garante de la justicia social, la inflamada pasión por sistemas de gobierno à la Bonaparte en lugar de Estados de Derecho.
Los autores critican el discurso que victimiza a la región y que en lugar de buscar el desarrollo se la pasa quejándose de sus desventuras a buscando culpables. Primero fueron los españoles, ahora los gringos. Pero lo cierto es que, de acuerdo con los tipologizadores del idiota latinoamericano, los culpables son los líderes y los pueblos. Los autores buscan culpables, y los encuentran, también entre los pensadores e intelectuales-y especialmente- en los Estados Unidos y Europa. A ellos, también les toca el apelativo. Hasta premios nobel como el dramaturgo inglés Harold Pinter o el escritor portugués José Saramago, así como el economista norteamericano, Joseph Stiglitz o el linguista Noam Chomsky y el sociólogo James Petras. "Todos ellos, propagan absurdidades, que influyen en la opinión de millones de lectores y engrandecen a los idiotas latinoamericanos."
El segundo libro se encarga del resurgimiento de "los idiotas" de finales de la década de los noventa. Según Apuleyo Mendoza, Montaner, y Vargas Llosa el mismo tipo de líder está de regreso al poder en la forma de jefe de Estado populista, quienes recurren a la política del pasado basados en líderes de opinión de todo el mundo, quienes les otorgan una nueva confiabilidad. Sobre todo son dos los idiotas de hoy, escriben los autores: El presidente de Venezuela, Hugo Chávez y el Presidente de Bolivia, Evo Morales. (comentario aquí)
En un artículo que Álvaro Vargas Llosa publica en la revista alemana Cícero, explica:"Chávez es el sucesor perfecto de Fidel Castro (a quien el idiota admira): llegó al poder a través de las urnas, lo que justifica la lucha armada, además, posee petróleo en exceso, lo que le permite actuar con una gran demagogia social. Evo Morales por su parte tiene el encanto de un indigenista. A los ojos de los idiotas el ex-cocalero es la reencarnación de Túpac Kataris, un rebelde Aymara del siglo XVIII. Los idiotas creen que Morales, que habla por las masas indígenas del sur de México hasta los andes, cuando dice que han sido explotados por 300 años de dominio colonia y 200 más a través de las oligarquías republicanas."
"Los observadores extranjeros pasan por alto un punto importante: el populismo latinoamericano no tiene nada que ver con la justicia social. Se originó en los movimientos populares de los caudillos, quienes protestaban contra los estados oligarcas del siglo XIX y contra las naciones ricas, a quienes culpaban de la situación de Latinoamérica. Éstos movimientos obtienen su legitimidad del voluntarismo, del proteccionismo y de la repartición masiva. Lo que durante el siglo XX ha salido de allí son aparatos de gobierno hinchados, burocracias atrofiadas, la subordinación de la jurisdicción al ejecutivo así como una enorme economía de sombra. Los populistas tienen siempre los mismos distintivos: El voluntarismo del caudillo como sustituto del Derecho; la lucha contra la oligarquía para sustituirla por otra oligarquía; la condena del imperialismo (en donde siempre el enemigo son los Estados Unidos); la proyección de una lucha de clases entre ricos y pobres en las relaciones internacionales; la elevación del Estado como salvador de los pobres; el autoritarismo bajo el manto de la seguridad social y el clientelismo, una forma de nepotismo que hace motor de la mejora social la repartición de los puestos en el gobierno -y no el logro del bienestar- y por medio del cual se aseguran los votos. Es claro cómo se mira la herencia de ésta política: casi la mitad de la población de Latinoamérica es pobre, cada 5 vive con menos de 2 dólares o menos al día y cada año migran cerca de dos millones hacia los Estados Unidos o Europa en busca de una mejor vida. En la misma región, una parte de la izquierda se desprende de esta idiotez -de la misma forma en que hace un par de décadas se despegaron las izquierdas de España o las de Escandinavia para apegarse a la democracia liberal y a la economía de mercado. En Latinoamérica podría hablarse de dos izquierdas: una vegetariana y una carnívora. La vegetariana, es la que representan los líderes de Brasil, Luiz Inácio „Lula“ da Silva; el de Uruguay, Tabaré Vázquez o el de Costa Rica, Óscar Arias. Aunque ellos también caen en la retórica de los carnívoros, evitan los errores de las viejas izquierdas: la fanfarronería y la confrontación con el mundo industrial, así como el derroche fiscal y monetario. Han logrado un conformismo socialdemócrata y dan señales de desarrollo positivas de que la izquierda se está modernizando. La izquierda carnívora: Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y el Presidente de Ecuador, Rafael Correa. Ellos se aferran a una teoría social marxista y a una mentalidad divisora de norte-sur de la era de la guerra fría. Además, buscan, sobre todo en los Andes, aprovechar las tensiones étnicas. La bendición del petróleo que contabiliza para sí Hugo Chávez, financia una gran parte de ésta labor. Extrañamente muchos vegetarianos, norteamericanos y europeos, apoyan a los carnívoros de Latinoamérica."
Para concluir, Vargas Llosa se pregunta si juega algún papel para fomentar a los idiotas de Latinoamérica el hecho de que la inteligencia de los Estados Unidos y de Europa amamante su nostalgia por lo exótico?
"La respuesta es: Sí. En América Latina se lleva a cabo una lucha cultural entre aquellos cuyo destino está unido desde hace 5 siglos y que quieren ver al continente como un jugador importante de la cultura occidental; y quienes quieren boicotear ésta idea."
El francés Jacques Pilet critica, también en Cícero, éste ensayo de Álvaro Vargas Llosa -no se refiere a los demás autores, por lo que entiendo, no puede tratarse de los libros.- Pilet dice, con justa razón, que Vargas Llosa simplemente llama idiotas a los que no piensan como él. Además, argumenta, Vargas Llosa Jr. estudió y vivió en los Estados Unidos, y su trabajo está financiado por los republicanos, interesados en una propaganda de éste tipo. Dice "La tesis de El Regreso de los Idiotas hay, al menos tres, lagunas. Los autores ignoran el profundo deseo de muchos sudamericanos --(puf! nos sacaron del cuento a los mexicanos, a los centroamericanos y al Caribe)--, de liberarse de la influencia de los Estados Unidos, quienes han influído tanto en éstos países y tantos malos recuerdos han dejado: intervenciones armadas, apoyo a las dictaduras militares, malos consejos económicos. No mencionan en absoluto los desoladores resultados de un liberalismo incontrolado, que arruinó a Argentina, antes de que la izquierda de Nestor Kirchner recuperara al país. Para adornar su tesis, pasan de largo a la historia. El hecho de que Sudamérica aspire a una creciente autonomía se mira más en la autoconfianza que en los vociferantes aspavientos."
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Pilet tiene razón cuando critica a los autores por el adjetivo preferido en la tipología de los Chávez y Evos y de sus seguidores. No puede nunca iniciarse un diálogo sin respeto aunque tampoco hay que tirarse al suelo y como dicen "al que le quede el saco".
Por otro lado, me parece que seguir recordando la historia, lamiendo nuestras heridas y señalando culpables, buscar un nostálgico regreso a los "buenos tiempos de la era prehispánica" y pasarnos el tren de progreso es una bonita manera de quedarnos pobres. El mundo avanza y América Latina sigue buscando quién se la paga. La fórmula es oportunidades, innovación, ideas, no libros de historia. La historia es importante sí, pero no es el oráculo de Delfos. De ella se aprende para tomar decisiones, pero para forjar el futuro se debe educar y trabajar. El bienestar propuesto por los líderes llamados idiotas es un bienestar del conformismo y del miedo. El socialismo del siglo XXI es un conservadurismo más arcaico que el de los cristianodemócratas, pues busca revertir el tiempo. Niega la modernidad. Prefiere indígenas en la pobreza, pero siguiendo sus tradiciones. Viviendo en chozas, sin educación y sin oportunidades, pero eso sí, utilizando sus trajes típicos y habitando sus terruños memoriales. Siguiendo sus costumbres y tradiciones, pero limitados en el disfrute de sus libertades. Profesando su fe, pero sin entender la ciencia. Lo que proponen los llamados carnívoros, vive en el "hubiera" y no comprende que la única manera de preservar nuestra cultura, que es por cierto un sincretismo prehispánico-occidental, es modernizándola, es hacerla compatible con el progreso. Ahí está la fórmula, no en preservar o volver al estado de cosas antes de 1492. Las diferentes culturas de los países de Europa son preservadas en sistemas democráticos y con economías de mercado. Como ejemplo: Baviera, es uno de los estados federados de Alemania más ricos y también, uno de los estados más conservadores y tradicionales. No es casual que el Gobernador, Horst Seehofer tenga como lema de su partido Socialcristiano: Lederhosen* y Laptop.
Quisiera saber qué opinaría el Sr. Pilet acerca de ésta idea de dar un paso adelante y sí, aprender de la historia, pero no vivir en ella, pues las relaciones franco-alemanas y la Unión Europea no hubieran sido posibles si los países miembros hubieran mantenido los rencores históricos de miles de años de guerras, intervenciones y traiciones...
*Lederhosen es el traje típico bávaro.
La traducción de los artículos de Cícero de Pilet y Vargas Llosa es mía.
PS
Olvidé poner el link a ésta resena del libro en la revista The Reason.
Encontré este artículo de Mario Vargas Llosa sobre El Regreso del Idiota Sphere: Related Content
1 comentario:
Coincido con Vargas Llosa, que aún y cuando sea políticamente incorrecto, tiene razón en balconear a gran parte de la intelectualidad del primer mundo, que apoyan y fomentan esos movimientos populistoides caudillescos en iberoamérica, pero jamás los querrían vivir en sus propios y avanzados países.
Aquí en México, La presión para regresar a ese pasado está ahí latente y fuerte, ya sea vía el Pri como partido que sigue sin hacer un mea culpa para reconocer tantas décadas de autoritarismo y corrupción, o vía López Obrador, una vuelta a un pasado priísta todavía más remoto.
Saludos
RS
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