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viernes, 21 de diciembre de 2007

Un cuento para la Navidad

El Departamento de Wersten
Geraldina González de la Vega

PRIMERA PARTE

La tercera entrada de su bitácora decía: “Miércoles 15. Comenzó a las 11.45 pm. Muy intenso, pero intermitente. Lado derecho del cuarto. A un lado de la ventana. En la esquina”. Guillermina guardó la libreta en el cajón de su buró y continuó leyendo su novela, era la quinta noche que ella y su marido, Tobías, pasaban en su nuevo departamento. Desde la primera noche descubrieron que la arrendadora, la señora Guzmán, no les había mencionado nada de este ruido espantoso que comenzaba todas las noches.

Desde el sábado que se mudaron el ruido comenzaba por la noche y terminaba a las primeras horas de la mañana. Era principios de primavera, por lo que amanecía a eso de las 6. La primera noche, pensaron que se trataba de una lavadora de platos de alguno de los vecinos.

-Oye Mina, ¿oyes eso? –Sí, respondió ella apartando la vista de su libro. Fijó su vista en la pared, para atender el ruido, como cuando las liebres paran las orejas. Él hizo lo mismo. Se quedaron así los dos por unos segundos.
–Parece un motor ¿no?
–Sí, algo así. Respondió Tobías
-¿Qué será? Me suena como un ventilador, pero todavía hace frío como para que alguien use uno.
-No, yo creo que más bien es una lavadora.
-Pero ¿quién se pone a lavar a estas horas? Además, suena demasiado fuerte. Vibra mucho.
-Pues alo mejor es el sonido del motor que retumba en el suelo del departamento de arriba. Porque se oye de ese lado ¿no? –y apuntó su dedo hacia la esquina izquierda de la recámara.
-Sí, tienes razón.
-Oye, y ¿no será nuestro refrigerador?
-No creo, suena arriba, pero puede ser. Voy a ver.

Tobías se levantó hacia la cocina que quedaba del lado izquierdo de la recámara, entró y el sonido se oía todavía más fuerte, venía del techo de la cocina. Definitivamente no era el refrigerador. Pero aún así, se acercó a él, y nada. Lo abrió y nada. El refrigerador hacía el ruido normal. Pero el otro ruido seguía y venía de otro lado. Tobías volvió a la recámara. –No, no viene del refri.
- Mmmm. ¿Qué podrá ser? Que friega. La señora Guzmán no nos dijo nada. ¿Será normal?
- Espero que no. Alomejor ahorita pasa.
Y Tobías se volvió a acurrucar. Guillermina siguió leyendo, pero el ruido no cesó.
-Oye schatzi, y ¿no será nuestro regulador de la calefacción? Pues no hemos leído bien las instrucciones y esa cosa está muy vieja ya. Además cuando pintamos acuérdate que no lo volvimos a acomodar bien.
-Puede ser. Pero el ruido no me suena como de la calefacción, además en teoría se apaga a las 12 de la noche.
- Pues por eso. Alo mejor, si se apaga hace ese ruido.
-No puede ser Mina, si se apaga, se apaga y no hace ruido.
-Bueno, pues no sé. Yo solamente busco que pueda ser el ruido, pues no puedo dormirme ni puedo leer.

-¿Te fijas? Ya no se oye.
- Si, parece que ya se apagó.
Y aprovecharon para intentar dormir. Mina apagó la luz y se acurrucó alado de Tobías. Era la primera noche en su nuevo departamento. Estaban exhaustos pues ese día habían terminado de acomodar y limpiarlo todo.
Unas horas más tarde Mina se levantó, vio la hora. Las 3:36 am. –Oye schatzi, ¿oyes el ruido? Ahí esta otra vez. Pero suena distinto, es más agudo. Me duele.
-Sí, si lo oigo. ¡Carajo! ¿Que podrá ser?
- ¿Sabes que estaba pensando?
-¿qué?
-Pues que se me hace que somos nosotros. Suena muy fuerte. Si viene de otro lado, imagínate cómo suena ahí.
- A ver. Y Tobías se volvió a levantar de la cama. Fue hacia la caja de la luz y bajó todos los interruptores. Regresó a la cocina y el ruido seguía. En la recámara igual.
-¿Te fijas? No somos nosotros, el ruido sigue. Ya apagué todo. Suena como algo que necesita electricidad para funcionar.
-Pues si, tienes razón schatzi. Bueno. Pues vamos a tratar de dormir.

El domingo por la mañana amanecieron cansados. Tarde. Durante el desayuno se la pasaron tratando de interpretar el ruido.
-Es un motor definitivamente, dijo Tobías.
-Sí, yo también lo creo así. Pero un motor ¿de qué? Suena muy fuerte y además ¿a esas horas?
-Pues yo creo que anoche los vecinos dejaron prendida la lavadora o algo así. Ya no suena.
-Puede ser. La lavadora de platos alo mejor, pues viene del techo de nuestra cocina ¿no?
-Sí.
-Bueno. Pues espero que hoy no suene más.
-Si yo igual.

A las 12 de la noche, Tobías acababa de acostarse a dormir y Mina seguía con su novela, leía cada página como si tuviera una urgencia por llegar al final. Tobías se levantó y se le quedó viendo. –¿lo oyes? Ahí está otra vez.
Mina se quedó quieta. –sí. Otra vez. Suena como un murmullo pero muy fuerte. Retumba en las paredes.
-sí, pero además suena muy “eléctrico” como corriente de luz. Quizá es la lámpara de iluminación de la calle.

El departamento estaba en la planta baja, en una esquina. Las ventanas de la cocina y del baño daban hacia la calle y justo ahí enfrente, había un farol.

Mina fue hacia el baño y se subió en uno de los banquitos. Se asomó a la calle, efectivamente estaba el farol ahí enfrente, prendido. La luz era regular, no parecía venir de allí el ruido. Aún así, abrió la ventana. El ruido se seguía escuchando, pero no parecía venir de afuera, sino del techo, de adentro. –No schatzi no es el farol. Pero ¿sabes qué? Estoy viendo en la contra esquina están los bomberos. No será algo de allí?
-Pero ¿qué?
-No sé, una alarma o algo así. Yo que sé.
-No, pero me estás diciendo que no viene de afuera el ruido, sino de adentro.
-Bueno eso sí, tienes razón.
-¿sabes qué puede ser? ¿Te acuerdas del calentador que tengo? Ese que es como un ventilador, pero que echa aire caliente? Así suena no?
-Pero esto suena demasiado fuerte como para ser un calentador de esos. Además, ese calentador no lo puedes dejar prendido durante toda la noche, te mueres de calor y gastas muchísima luz. Seguro que los vecinos tienen calefacción igual que nosotros, de gas.
-Pues sí, pero de otra forma ¿qué más puede ser?
-No tengo idea, pero mañana voy a preguntar.
-Si porque de plano no puedo dormir. Es un ruido horrible.

Bzzzzzzbzzzzzzbzzzzzzz siguió durante toda la noche ese ruido motorizado retumbando en las paredes y el techo del departamento.

SEGUNDA PARTE


El lunes a las 7 de la noche regresó Tobías. –y, qué tal? Se ha oído el ruido durante el día? –No, para nada. Desde que te fuiste en la mañana se dejó de oír.
-Si, cuando me levanté todavía estaba no?
-Si, cuando te fuiste duró un ratito más. Como a las 7 se dejó de oír.
-Y no volvió?
-No, para nada.
-Bueno, pues espero que haya sido algo del fin de semana.

Mientras cenaban, de repente otra vez. El ruido. Esta vez, se oía un poco mas bajo, menos intenso, aunque seguía apareciendo en la misma área de la casa. –¿sabes que? Voy al sótano, se me hace que viene de allí. Tobías tomó las llaves y bajó al sótano, buscó pegando las orejas a las paredes, pero el ruido allí abajo era mucho menos intenso, se escuchaba, pero muy poco. Definitivamente venía de arriba. Así que subió a la azotea. TllllllllllllllluuuuuuuuuuuuuuUUUUUUUU se seguía oyendo. Mina mientras tanto buscaba el punto exacto en el techo, para intentar distinguir de qué aparato podría venir el ruido. Pegó la oreja a la pared de la recámara y el ruido sonaba como de un motor que además provocaba el movimiento de algo, pues era intermitente, inestable. A veces sonaba mucho más agudo como si se acercara y otras un poco más grave, parecía que se alejara. Tobías revisó la azotea, ahí no sonaba casi nada. Por mas que buscó no se oía. El edificio era de 3 plantas con dos departamentos en cada una. Un sótano y un tapanco en donde los vecinos colgaban la ropa para secarla. No había allí ningún aparato eléctrico.

-Sabes qué Mina? No viene de allí. Ya bajé y nada. Ya subí y tampoco. Debe venir de algún departamento.
-Pues que desconsiderada gente en todo caso. Eso suena horrible.

“Nnnnnnnnnnnmmmmmmmmuuuuuuuu……..”

-Ya se fue!
-Pues si, pero seguro que vuelve a las 12 de la noche, justo cuando lo que quiero es dormir y ¡no ponerme a investigar de dónde viene el pinche ruido!

El martes a las 5:45 am sonó el despertador. Tobías se levantó y se metió al baño. Mina siguió durmiendo. ñññññññññññññÑÑÑÑÑÑÑÑÑÑUUUUUUUUUUUU. Mina se sentó en la cama. Y observó fijamente la pared, como si pudiera ver el ruido. Tobías salió del baño. –lo oyes?
-Si carajo, ya no lo aguanto más. Hay que hablar con la señora Guzmán, esto no puede ser. No puedo dormir, no puedo vivir.

Mina abrió su cajón y sacó una libreta.
-¿Qué haces? Preguntó Tobías.
-Apunto a qué hora empieza el ruido, en dónde se oye y cómo es.
-jajaja. Y ¿para qué?
-Pues nada más, alo mejor, si llevamos una bitácora, puede ser que podamos saber que es. Alomejor hay algo que no sirve en el edificio y si llamamos a un electricista le sirve la información. No crees?
-Bueno, si tu crees… Yo creo que son los vecinos. Hoy voy a hablar con ellos.
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmMMMMMMMMMMMMMMMM

El ruido siguió durante toda la mañana.

-¿Sabes qué creo? Que somos parte de un experimento psiquiátrico, psicológico, no sé. Como ratones de laboratorio. Alguien nos está poniendo ese ruido para ver como reaccionamos. Yo ya me siento mal. No he podido dormir y el ruido me duele. Cada vez que lo oigo me duele.
-No inventes Mina.
-No invento, no es normal. ¿Nunca viste la película sobre una familia a la que de repente le empiezan a pasar cosas extrañísimas, y al final se dan cuenta de que solamente son unos muñecos dentro de una casita? Pues así me siento. A lo mejor sin darnos cuenta rentamos un departamento en donde nos usan como ratones de laboratorio….
-Son las 12 y no ha empezado. Alo mejor ya no suena más.
-Pues eso espero. Mina se puso los lentes y comenzó a leer su novela. Siguió hasta la 1 y no había señales del ruido. Se sintió feliz y se acostó a dormir.

Eran las 4.17am cuando los dos se despertaron. mmmmmmmmmmmmmmmmmuuuuUUUUUUUU….En la pared de la recámara contigua al otro departamento sonó un golpe, como un puñetazo. -Lo oíste? Creen que somos nosotros.
-Si verdad? Pegó en la pared. Así sonó. Sabes qué? Voy a salir a la calle, alo mejor se distingue algo. Tobías se puso unos pants y salió a la calle helada. Regresó sin éxito.

-Si hay un tubo que sale del sótano hacia la calle, ahí adentro si se oye el ruido, pero no afuera. Definitivamente viene de adentro.
-que friega, carajo. Ya no puedo dormirme.
-Yo tampoco. No he podido dormir bien los últimos días.

A las 8 de la mañana sonó el timbre, pero Guillermina seguía en la cama y prefirió no abrir, no había podido dormir y no quería interrumpir el sueño.
El día corrió normal, no sonó nada. Era casi un lujo no oír nada. Mina, seguía con la idea del experimento, le intrigaba sobre todo lo que un ruido puede hacer con el organismo de una persona y cómo la falta de sueño se traduce en cambios físicos. “Seguramente eso lo usan en las cárceles gringas de tortura, en Guantánamo”, pensó en voz alta.
Eran las 6pm, sonó el timbre de nuevo. Era la vecina de alado.
–Hola señora Ruíz, quería preguntarle si ustedes también oyen ese ruido.
-Si, es terrible no? Nosotros ya intentamos buscar en todos lados y no sabemos que puede ser. Inclusive pensamos que éramos nosotros y bajamos la luz, pero nada. No viene de aquí.
-Ah! Que bueno que me lo dice, pues la verdad es que mi marido y yo pensamos que eran ustedes, pues desde que se cambiaron comenzó el ruido.
-Desde el sábado?
-No desde antes, desde el miércoles o jueves de la semana pasada. Ya lleva una semana.
-¡Lo mismo que lleva perdido Willy mamá! Gritó una vocecita de adentro del departamento.
-Ah! Si por cierto, se perdió el gatito de los niños, se llama Willy, es un gato pequeño, gris, si lo ve, le agradecería que nos avisara. Se puede imaginar como están… pero ya sabe como son esos animalitos, y sobre todo los machos, luego se salen a pasear y no regresan.
-Si, claro, estaré pendiente de eso. Pero ustedes que creen que pueda ser el ruido?
-No lo sé, pero mi marido ya buscó y no sabe de donde viene.
-Si el mío también y nada. Yo creo que viene de los departamentos de arriba.
-Ah si? Pues es posible, voy a preguntar.
-Si, el problema es que parece que no hay nadie en ese departamento, pues Tobías y yo hemos visto cada noche que desde su ventana que da a la calle solo se ve una luz verde, que parece que se enciende sola. Y nunca hemos oído ruidos de pasos o cosas así, normales, que se oyen de un departamento de arriba…
-Bueno de todas formas, señora Ruíz, voy a subir a tocar.
- Bueno, pues ojala sean ellos, digo, para que ya no se oiga ese ruido.

TERCERA Y ÚLTIMA PARTE

A las 7pm regresó Tobías.

–Hola schatzi. Vino la vecina, y sí, pensaron que éramos nosotros los ruidosos….
-ah! Y que te dijo?
-Que iba a preguntar al vecino de arriba.
-Ajá, pues voy a ver que pasó. Y salió Tobías a hablar con la vecina. Ésta le dijo que no había podido averiguar nada, pues nadie le había abierto la puerta. Tobías subió y volvió a tocar, pero nada, nadie abrió.

Tobías ya roncaba, eran las 11.45pm y Mina estaba leyendo las últimas páginas de su novela. De repente bzzzzzzzzZZZZZZUUUuuuuuMMMMMMmmmmmmm Mina abrió su cajón, sacó su libreta y apuntó: “Miércoles 15. Comenzó a las 11.45 pm. Muy intenso, pero intermitente. Lado derecho del cuarto. A un lado de la ventana. En la esquina”. Siguió leyendo. Ya su organismo estaba adolorido, pero nada podían hacer. Si eran los vecinos de arriba, tendrían que esperar a que llegaran, quizás habían dejado algo prendido, se les habría olvidado, pero la pregunta era: “¿porqué suena en la noche? Durante el día casi no suena, solo en la noche. Es más, casi coincide con la luz del día. Amanece y se acaba el ruido. Por eso pensé que era el farol de la calle…” pensó Mina. -Quien sabe que sea. Pero ya me duele el cuerpo. Tobías la miró y asintió nada más, intentando dormir con la cabeza entre las almohadas.

En la mañana Tobías tomó una decisión:
-¿Sabes que? Voy a checar los medidores de luz, sin ruido y con ruido. Si cambia la velocidad con que corre el de los vecinos, cuando se oye el ruido, entonces quiere decir que son ellos. Seguro.
Así lo hizo, pero tampoco tuvo éxito. Los medidores de luz no cambiaban con o sin ruido. Y el medidor del departamento de arriba no corría más rápido.
-¿Qué podrá ser?

Mina dejó de llenar su bitácora. La última entrada era el miércoles 22 “el ruido cambia de lugar, no se escucha siempre en la misma zona del techo. Hoy empezó a las 11.38pm, muy intenso y agudo, se escucha muy fuerte en el techo del baño”.

La falta de sueño y la irritación que el ruido provocaba fueron cambiando la ilusión de Mina y Tobías en su nuevo departamento. Entre ellos había pleitos más constantes, estaban cansados e irritables, todo les molestaba. Hasta la piel les dolía. Estaban fastidiados.

El ruido era cada vez más intenso y los vecinos de arriba no aparecían, pero ya tampoco estaban seguros de que fueran ellos. Los vecinos de alado estaban igual de impacientes con el ruido, pero no descifraban que podría ser.

La mañana del sábado 1 el vecino llamó a Tobías, eran las 6am.
–Oye, creo que ya sé de donde viene el ruido. Seguro.
-¿de dónde? Preguntó Tobías con cara de ilusión.
-De la tubería que da hacia la calle, en la esquina del edificio, frente al farol.
-Tu crees? Yo lo había checado, pero esa tubería ya no se usa, funcionó para sacar el vapor de nuestras las calefacciones, pero desde que cambiaron el modelo, el tubo quedó inservible, según me dijo la señora Guzmán, no lo quitaron pues pasa por todo el entrepiso entre la planta baja y el primer piso y era más complicado y caro quitarlo que dejarlo. Pero ¿qué puede provocar el ruido ahí dentro? ¿Si no sirve?
-No sé, pero el ruido se oye allí, y si pegas el oído se oye más fuerte. Me asomé y se ve al fondo una rejilla. Vamos.
-Tobías y el vecino salieron a la calle, allí, bajo la iluminación del farol de la calle, se asomaron al tubo viejo. En efecto, se veía al fondo una rejilla, tomaron la lámpara de mano y apuntaron al fondo. Había una sombra. Un bulto sobre la rejilla, se alcanzaban a ver algo como pelos.
Tobías dijo:
-Parece una rata. Pero sí, oigo el ruido en el fondo.
-Puede ser, ¿Por qué no serruchamos el tubo para ver qué es? y ver si el ruido sale de aquí. Total, el tubo ya no sirve para nada…
-Está bien.

Volvieron adentro por las herramientas, salieron y se pusieron a serruchar el tubo a la altura de la rejilla. Cayó el tubo y vieron que no se trataba de una rata, eran los restos de Willy, podrido y flaco, como acartonado. Seguramente se había metido al tubo y no había podido salir. Pero parecía que le hubieran chupado el interior. Estaba disecado y arrugado. El vecino lo colocó con mucho asco dentro de una bolsa de plástico, pues no quería que lo vieran los niños, era mucho mejor la historia del gato que se fue a pasear.
-Que asco! ¿Que le podría haber pasado al gato? ¿Viste como estaba?
-Si, como si un vampiro se lo hubiera chupado. Que horrible!
-Oye oye, ahí esta el maldito ruido! Lo oigo perfecto. De ahí adentro viene! Hay que quitar la rejilla…
-Si, pero qué puede ser Tobías, ¿lo oyes?, suena muy fuerte…
-Pues no lo sé, ayúdame a sacar los tornillos para abrirla…

Entre los dos sacaron con los desarmadores quitaron los cuatro tornillos de la rejilla, estaba oxidada y llena de basura, pelos de gato y hojas; ya removidos los tornillos, trataron de jalarla, pero el ruido les causaba un poco de ansiedad, en realidad miedo.
-¿Qué es? Viene de ahí, ahora estoy seguro. A ver, a la de tres quitamos la rejilla.
-Una, dos, tres….

Quitaron la rejilla y la tiraron en el pasto a un lado, el ruido sonó hueco. UUUUUUuuuuuuummmmmmmmmmm!!! Y de pronto vieron salir del tubo un mosco del tamaño de un melón, apenas y podía con su propio peso, pero salió volando hacia la luz del farol

BBBBBBBBBuuuuuuUUUUUUmmmmmmmMMMMmmmmmmm!!!!

FIN

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1 comentario:

YEL dijo...

Hola Geraldina,

Leí el cuento hace unos días. Me gustó la tensión “in crescendo” de la narración. El final de chanza fue un poco sorpresivo e inesperado para mí, con ese tremendo mosco. En mi mente ya comenzaba a imaginarme que iba a aparecer otro tipo de criatura misteriosa, posiblemente algo peludo, grande, quizás un “hombre-lobo” :-). Bueno, ¡pobre gatito!

Saludos,

Yuan